lunes, 4 de enero de 2010

MAR de FONDO

La paz es el nirvana, el vacío zen, el tao. Son las perturbaciones, los choques, el movimiento, las que generan. ¿O lo que es movimiento en un aspecto, en otro es quietud?. Parece que la dualidad es intrínseca a lo humano. No pudiendo salir de nuestra humana condición, aceptemos la bivalencia como valor para esclarecer los misteriosos entresijos de la vida. Y así armados, intentemos desvelar los insondables secretos del cosmos. El primer análisis es obvio: el ser y el no-ser. ¿Existe la nada?. Si no existe ¿Qué limita al ser?. O ¿existe como determinación del ser?. Parece absurdo preguntarse por la existencia del no-ser, a no ser que sea la expresión de la carencia: “no hay” y entonces estamos ante el vacío que, sin duda, es.