Ciertamente resulta imposible imaginar la mente de algo que para nosotros está muerto, pero, ¿realmente lo está?. Pensemos que las cosas vivas están formadas por seres más pequeños y estos a su vez por partículas minúsculas de materia sin haberse podido encontrara un límite para lo pequeño como tampoco para lo grande. Que cada una de estas partículas son un trozo de materia que a los humanos les parece muerta. Si aisláramos todos los átomos de carbono de nuestro cuerpo y los ordenáramos adecuadamente obtendríamos un diamante hermoso pero completamente muerto para nosotros. Así pues la vida está formada por trozitos de materia aparentemente muerta afanándose la realidad cotidiana en proclamar que no es así, que está viva.
Si está vivo lo pequeño, del mismo modo estará vivo lo grande siendo de la misma sustancia. Hemos de suponer que la conciencia no se sustenta en una interconexión de órganos, si no en la propia materia base de la que esta formada el universo. Por ello, la escala de niveles de conciencia no se acaba en los animales sino que extiende sus límites hasta el Infinito, como infinito nos parece el universo. De la misma manera que concebimos el cosmos en su conjunto como una unidad viva en evolución y formada por diferentes fuerzas, hemos de concluir que la conciencia también será parte de la materia como lo es la fuerza gravitatoria o el magnetismo, sin las cuales la materia, probablemente, seria nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario