Su origen se pierde en la noche de los tiempos (se tienen noticias desde el 2500 aC), en el ancestral culto a la diosa madre. Hecate que es la fuerza ctonica.
El culto a las diosas madres ha estado presente desde épocas prehistóricas. Las cavernas decoradas revelan su existencia en el paleolítico. Las religiones del mar Egeo, Creta, el oeste de Asia y el Cercano Oriente tuvieron esta adoración como una característica fundamental.
A pesar de haber adoptado diversos y variados nombres, la adoración a la diosa-madre puede verse fácilmente en otras formas de religiosidad. La diosa-madre puede ser la esposa del dios-padre o la esposa de su hijo. En ocasiones se resalta su condición especial de Tierra-Madre. También puede tratarse de una virgen o de una prostituta. En muchas culturas está ligada íntimamente a la tierra o puede ser presentada como madre de los dioses o Madre Divina.
Algunos nombres de esa diosa-madre son Hecate, Cibeles, Afrodita, Ishtar, Deméter, Isis, etc. El nombre más común en la antigua Grecia era Gaya. Diosa de la tierra, con el don de la vida y sus misterios. Robert Graves en el “Vellocino de oro” sitúa la morada de la gran diosa en el "Jardín de las Hespérides" que se encontraba en la actual Deia, Mallorca, otras posibles ubicaciones son las Canarias, Madeira y Cabo Verde.
En sus rituales y templos estaban presentes los símbolos fálicos. Sus sirvientes y sacerdotes eran hombres como el gran Aquiles o el temible Hercules. En regiones del Asia occidental y el Mediterráneo, era común que un dios masculino estuviera subordinado a la diosa, fuente de la vida. Algunos antropólogos aseguran que esta época coincide con la ausencia de propiedad privada y la actividad de cazadores recolectores. No había más forma familiar que el grupo. La consaguinidad sólo era posible vía materna. Es muy probable que existiera el sexo ceremonial, como apunta el poema de Gilgamesh,las vestales sean griegas o romanas, las bacantes, y un largo y extenso etc.
Entre los siglos XIII y X a.C hubo una gran revolución, el matriarcado fue sustituido por el patriarcado. Los mitólogos en su mayoría distinguen esta época con el nombre de homérica. Los héroes del olimpo de zeus pertenecen a esta hornada. Nuestra historia se escribe en el desprestigio consciente y premeditado de la mujer.
Para imponerse hubo violencia desigual, los nuevos héroes arrasaron, saquearon, violaron y destruyeron todo lugar, concepto o patrimonio de la diosa. La historia se acuña con la nueva corriente de dominio masculino y en el nacimiento y desarrollo de la épica, es decir, de la guerra. El conocimiento acumulado por las mujeres durante milenios es salvajemente devaluado y destruido. Sin embargo, en todas las grandes culturas quedan restos de este auge por ejemplo las innumerables vírgenes que pueblan todo tipo de religión o creencia.
Las sacerdotisas del oráculo de Delfos se llamaban "Pitia o Sibila".
Sólo ellas podían mediante el éxtasis comunicarse con lo sagrado. Se ignora que sustancia/s les ayudaban en el trance, se sabe que bebían y se bañaban ceremonialmente en la "Fuente de Castalia" manantial que emitía vapores alucinógenos. Se decía que el agua que manaba era «agua parlante» capaz de dar un oráculo. A su servicio estaban los sacerdotes que carecían de poder adivinatorio. Sus designios eran apenas murmullos inaudibles, enigmas.
Al principio el oráculo se abría una vez al año. Los que vivían allí llevaban una existencia dedicada a los misterios, especialmente a "la muerte y resurrección, el viaje al Hades y el regreso" representadas por el invierno y la primavera. El objetivo de sus esfuerzos era transitar por los mundos de los muertos y los vivos.
Sólo los más sabios o poderosos lo visitaban y no siempre eran recibidos por la Sacerdotisa. Alrededor del siglo X aC el oráculo deja de estar dedicado a la diosa madre y le rinde culto a Apolo. Este cambio viene reforzado por la inauguración de Zeus de los Juegos Píticos. Su propio nombre habla de la reverencia a la Pítia. Tan importantes como los Juegos Olímpicos, reunían numerosas competiciones deportivas, culturales: Poesía, teatro, danza, música y un largo etc.
El joven y apuesto Apolo luchó leal en fiero combate, con una gigantesca serpiente pitón que estaba al servicio de una hechicera causa de todos los males de la humanidad. Mató al monstruo y libero a los hombres de su horror. A partir de entonces el oráculo de Delfos rindió culto a Apolo.
Los silencios de la pintura (IV). Mar Menor, de Hernández Carpe
-
*Santiago Delgado*
*Parece como si no hubiera otra cosa que silencio en este cuadro
de Antonio Hernández Carpe (1921-1977). No hay ninguna figur...
Hace 1 día