Ilumíname sol que sea feliz.
Alumbra luz la oscuridad del camino.
Mece mar mis cabellos como ninfas.
Bruñe arena mi piel para que brille
Abrázame mundo y que contigo goce.
La humanidad traza fronteras
que mi corazón no entiende

La vida permanece fiel a la vida
Los seres humanos tienen 46 cromosomas que contienen todos los genes y el ADN. Dos de estos cromosomas, los cromosomas sexuales, determinan si una persona es hombre o mujer. Las mujeres se escriben como XX, mientras que los hombres se escriben como XY. En el síndrome de Klinefelter en los varones hay, al menos, un cromosoma extra, escrito como XXY. En las mujeres, como en los hombres, también hay un cromosoma más, escrito XXY. Está azar genético puede determinar diferentes formas de hermafroditismo.
Yannis Smaragdis sobre la novela “El pintor de Dios” de Dimitris Siatopoulos dirige una película que se ve por el personaje. No hay que olvidar que no estamos ante una biografía sino ante una obra de ficción que poco tiene que ver con los hechos. Cuatro griegos, director, escritor, músico (la banda sonora es de Vangelis) y pintor, enlazados en una historia que cuesta trabajo creer. Cinematográficamente está bien. Pero desbarra al intentar hacer del Greco un revolucionario enfrentado a la Inquisición. Sólo hay que conocer su obra para intuir que su mayor cliente fue la Iglesia Católica, que prefirió la negra España al floreciente y sensual renacimiento italiano. Dicen los críticos que su pintura está llena de referencias renacentistas, pero yo, en mi osada ignorancia, no las veo por ningún lado; antes bien, percibo la influencia del teocentrismo y oscurantismo medieval. O del erotismo del poderoso caballero don dinero. Lo mejor, el trabajo de Juan Diego Botto premiado justamente con un Goya

Aquí, en mi casa, me siento perdida. Sin sentido. Tal vez no lo tenga en ninguna parte. O mejor, quizás no haya que pararse a buscarlo, tal vez lo suyo sea el movimiento, la acción. Sea cual sea, la acción llena el tiempo, gratifica. Es difícil saber qué tenemos que hacer. Nos preguntamos una y otra vez. Pero no hay respuesta. Dicen que es de ser inteligente saber inventar metas. Estoy de acuerdo. Inventemos pues. ¡Ah, no es fácil!. Así que camino y voy viendo mundo. Convencida que no tengo misión alguna, ni destino ni ocho cuartos. Que soy ligera como la espuma. Puedo entregarme al escapismo y correr por el planeta como si me fuera la vida en ello. Mientras me muevo, hago algo a parte de preguntarme ¿qué hago?





