lunes, 19 de abril de 2010

XXY. Lucía Puenzo 2007

Los seres humanos tienen 46 cromosomas que contienen todos los genes y el ADN. Dos de estos cromosomas, los cromosomas sexuales, determinan si una persona es hombre o mujer. Las mujeres se escriben como XX, mientras que los hombres se escriben como XY. En el síndrome de Klinefelter en los varones hay, al menos, un cromosoma extra, escrito como XXY. En las mujeres, como en los hombres, también hay un cromosoma más, escrito XXY. Está azar genético puede determinar diferentes formas de hermafroditismo.
Para la naturaleza es naturaleza; para los valores sociales convencionales puede ser una tragedia. De nuevo vemos la represión sexual causando la exclusión, la infelicidad y la enfermedad. Los valores humanos son piezas de oro de la cohesión ciudadana. Esa es su honorable función, si acaso podemos añadirle el, no menos honorable, deber de buscar la felicidad personal y colectiva de la ciudadanía. La instrumentalización de los valores en función de intereses económicos es ruin, pero lo que clama al cielo, es la absurda obcecación con la sexualidad. La riqueza de la naturaleza es la biodiversidad. El sexo es un “acuerdo” y eso es su humanidad. Cualquier otra limitación es absurda.