
Las hojas se vuelven de oro, la lluvia las deja brillantes y el viento las agita hasta construir una alfombra. Las flores y los pajarillos juegan a la primavera. El calentamiento global detiene a la diosa en el umbral del Hades. Contempla extasiada el brillo ambarino de los membrillos, el fuerte naranja de los caquis, el viejo ocre de las granadas, las bignonias derramándose, los jazmineros empalagando, con una luna de verano. Aspira, y se detiene en la contemplación... La diosa ama la tierra
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